Las erupciones registradas durante el fin de semana hicieron que el magma se dirigiese, de nuevo, hacia la ciudad de Grindavík; una localidad que fue evacuada hace algunas semanas, y que es testigo de la cuarta erupción volcánica en menos de tres meses.
El volcán no cesa de rugir y ríos de lava cubren el terreno en varias zonas de la península de Reykjanes, en Islandia. Las erupciones registradas durante el fin de semana hicieron que el magma se dirigiese, de nuevo, hacia la ciudad de Grindavík; una localidad que fue evacuada hace algunas semanas, y que es testigo de la cuarta erupción volcánica en menos de tres meses.
El volcán, situado en el sudoeste de Islandia, entró en erupción en tres ocasiones en los pasados meses de diciembre, enero y febrero. Una nueva colada de lava, que el lunes amenazaba Suðustrandavegur, la carretera que conduce al acceso oriental a Grindavík, y se dirigía hacia el mar, permanece actualmente inactiva.
Una erupción estable a pocos kilómetros al nordeste de Grindavík
El magma se desplazó apenas unos metros, hasta la madrugada del 18 de marzo, y se detuvo a unos 300 metros de la carretera. La erupción se ha mantenido relativamente estable desde el domingo por la noche, según la Oficina Meteorológica de Islandia, y solamente dos secciones de la fisura eruptiva original, de 3,5 kilómetros de longitud, siguen activas.
Varios respiraderos seguían arrojando lava a unos 15 o 20 metros de altura, produciendo flujos de magma va que se expanden, y que, de momento, no amenazan las infraestructuras cercanas. Cientos de personas fueron evacuadas del balneario geotermal de 'La Laguna Azul', una de las principales atracciones turísticas de Islandia, cuando comenzó a brotar la lava.