China.- Una decisión que ha causado mucho malestar: Japón ha comenzado a verter
esta semana en el oceáno Pacífico las aguas residuales de la planta nuclear de
Fukushima.
Varios
países vecinos expresaron su descontento con la medida, pero China incluso ha
ido más lejos y ha tomado medidas al respecto.
El gobierno
de Beijing es el principal comprador de comida de mar a Japón y este jueves
señaló que bloqueará las importaciones de estos productos al país.
En
distintas plataformas y medios, el gobierno de Tokio ha insistido en que el
agua no representa ningún riesgo para los ecosistemas, algo en lo que están de
acuerdo muchos científicos.
Incluso el
Organismo Internacional de la Energía Atómica, adscrito a la ONU, había
aprobado el plan de verter las aguas residuales.
Pero los
críticos de la medida han sido claros y señalan que se deben hacer más estudios
y que el vertimiento debería ser detenido.
Lo cierto
es que cerca de un millón de toneladas de agua, que estaba siendo almacenada en
tanques dentro de la planta, van a ser vertidas en el océano durante los
próximos 30 años.
China, que
ha sido el país que más se ha opuesto a la medida desde que el plan de Japón
fue anunciado hace dos años, señaló que la decisión del gobierno japonés es
“extremadamente egoísta y un acto de irresponsabilidad” e indicó que le están
“heredando una herida abierta a las futuras generaciones de la humanidad”.
Tras emitir
el comunicado, la oficina de aduanas de China anunció que la prohibición que
existía sobre la importación de productos del mar provenientes de la región
japonesa de Fukushima y otras prefecturas cercanas ahora se extendía de forma
inmediata a todos los productos de mar que viniera de Japón “para proteger la
salud de los consumidores chinos”.
Esta medida
está calculada para dañar la economía japonesa e incluso Tokio admitió que los
negocios dedicados a esta industria iban a ser golpeados por este tema.
Y es
cierto: China y Hong Kong juntos importan más de US$1.100 millones en comida de
mar desde Japón cada año.
Eso es
igual a la mitad de las exportaciones de este rubro para el país nipón.
Una
relación tormentosa
Pero los
analistas señalan que esta reacción de China está más cerca del espectro
político que de una seria preocupación científica.
La relación
de Tokio con Beijing se ha deteriorado en los últimos años, a la vez que lo ha
acercado a Estados Unidos, e incluso lo ha llevado a mostrar apoyo a Taiwán,
una isla que China reclama como suya.
“Este
incidente es mucho más un síntoma que una causa de empeoramiento de las
relaciones entre ambos países”, le dijo a la BBC el experto en política
internacional del Instituto Asia Society Policy, Neil Thomas.
“Beijing tal vez hubiera protestado mucho
menos sobre este tema del agua si su relación con Tokio estuviera
en un mejor estado”, señaló.
Por su
parte, como respuesta, Japón va “a rechazar las críticas a su plan, pero no
hará nada provocador”, le explicó a la BBC James DJ Brown, profesor
especializado en política internacional japonesa de la Universidad Temple.
“Es verdad
que Tokio está preocupado por lo que ve como una serie de agresivas acciones
por parte del gobierno chino, pero comprende que necesita y le interesa
mantener una relación estable con su vecino”, anota.
Pero tal
vez no necesite esperar mucho. Algunos observadores creen que China no va
mantener la prohibición por mucho tiempo.